Tomás de Teresa: “Desde un pueblo de Cantabria se puede llegar a lo más alto del atletismo, lo importante es soñarlo”
|Texto de Ángela Ruiz Terán
“De pequeño veía desde mi casa en Santoña a mis ídolos por la televisión y siendo muy joven llegué a formar parte de ellos, fue un sueño”. Así describe Tomás de Teresa sus primeros Juegos Olímpicos en Seúl 1988, a los que llegó “por sorpresa” y que tan solo fueron el preludio de todo lo que aquel niño santoñés que entrenaba en el pasaje de su pueblo estaba a punto de conseguir. El prólogo de su vida deportiva lo forjó a base de ilusión y zancadas en aquella villa, donde corrió su primer cross y que le vio marchar a Madrid siendo un adolescente para convertirse en el primer español en bajar de 1:45 en los 800 metros. Entre su palmarés, fue campeón de Europa Junior, subcampeón del mundo en Sevilla 1991, subcampeón de Europa en Glasgow 1990, bronce en el Europeo de Helsinki 1994, finalista en el mundial de Tokio y noveno en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, donde una centésima le robó la final olímpica. El nombre de Tomás de Teresa luce eterno entre los atletas cántabros y españoles que han marcado una época y, desde la distancia que separa el norte de España de su ciudad actual, Sevilla, sigue defendiendo que “desde un pueblo de Cantabria se puede llegar a cualquier sitio”.
– ¿Cómo fueron sus inicios en el atletismo?
Mis inicios fueron casuales. Se realizó un cross escolar en Santoña en el que también participaba un club de la zona y como cualquier niño del pueblo en edad escolar me apunté y logré ganar. A partir de ese momento se fundó el Club de Atletismo Antorcha en Santoña, donde prácticamente casi todo eran chicas -éramos 5 chicos y unas 40 chicas- y ahí me inicié. Empecé con las temporadas de cross, lo típico como inicio en aquellos años.
– ¿Cómo fue ese salto a la pista?
Después de tres o cuatro temporadas en cross, siempre quedando campeón o subcampeón regional luchando con Hilario Castillo, empecé a militar en el club atlético Laredo y pasé a entrenar a las órdenes de Alfonso Oruña -un destacado vallista a nivel nacional, que fue el descubridor de Tomás de Teresa como atleta de pista-. Me dijo que mis cualidades no eran de cross, que yo era un corredor de mediofondo, de 400 y 800, y que debía de dar el paso a la pista. En aquel momento pocos lo entendieron porque yo estaba siempre en los puestos de arriba en el cross. Pero empezamos a trabajar la pista y la verdad es que prácticamente al año empezó a dar frutos, a hacer buenas marcas ya en la categoría infantil y cadete. A partir de ahí tomamos la determinación de especializarnos en el mediofondo. Alfonso fue el que me llevó hasta junior, fue mi padre deportivo y él me inculcó lo que es el amor al atletismo, contándome sus batallas y las leyendas con gente de esa época. Además era muy adelantado a su tiempo en la forma de entrenar, muy especializada para esa época. Creo que era un gran entrenador, me llevó muy bien, sin saltarnos pasos. Todo siempre muy bien planeado. También tuvo la humildad de saber decir hasta aquí he llegado y dejar al atleta que siguiera su camino deportivo en Madrid.
– En aquella época, ¿era necesario dar el salto a Madrid para seguir evolucionando como atleta?
En mi caso sí, en Santander no había las posibilidades de seguir mejorando. Entrenaba en Santoña, no había pista, no había instalaciones como las de hoy para poder seguir mi vida deportiva allí o en Laredo. En época juvenil, prácticamente todos los especialistas de España ya tenían una pista de tartán o de ceniza, y yo en Santoña entrenaba en el pasaje y en Laredo en la Alameda. Como mucho podíamos ir una vez a la semana a tocar pista a La Albericia, pero en verano. Ya en junior se iba a hacer más grande todavía la diferencia con respecto al resto de atletas mediofondistas de España. Para mejorar tuve que dar el salto a Madrid pero hoy en día, con las instalaciones que existen, seguramente no haría falta.
En Madrid noté el cambio sobre todo a nivel de grupo de entrenamiento. Alfonso era como mi padre, y en ese momento llegas a un grupo donde todos son atletas casi consagrados y el nivel de competitividad a la hora de ir a la pista es muy alto. Luego me fui a la residencia Blume, donde se vive al cien por cien la competitividad. Hay que ser muy fuerte mentalmente. Creo que una de las ventajas fue eso, que en momentos difíciles no me vine abajo y supe llegar a hacer lo que quería porque mi sueño era llegar a ser el mejor atleta.
– ¿Se imaginaba aquel niño santoñés que se inició en el cross llegar a dos Juegos Olímpicos? ¿Cómo lo recuerda?
Los primeros Juegos Olímpicos fueron por sorpresa. Estaba ya casi de vacaciones en Santoña y mi manager me propuso ir a correr dos carreras que quedaban. Me fui a competir a Atenas y allí logre la mínima por lo que me seleccionaron para ir a los Juegos Olímpicos de Seúl. Fue un regalo, tenía 19 años y suponía ver a todos mis ídolos competir. Yo sabía que esa no era mi olimpiada. Ya en los Juegos Olímpicos de Barcelona tenía un objetivo después de haber quedado subcampeón del mundo y subcampeón de Europa. Al final una centésima me apartó de estar en una final olímpica, pero siempre lo recuerdo gratamente.
Desde pequeño veía en la televisión a mis atletas preferidos, a mis ídolos, y en ese momento formar parte de ellos fue algo muy importante. Ir a correr a Oslo, donde desde pequeño veía a Sebastián Coe y a Ovett, y pasar a estar en ese mitin fue cumplir un sueño. Cada vez que entrenas estas soñando con lograr algo, los atletas y los deportistas somos los más soñadores, estamos continuamente haciéndolo, y muchas veces uno no es consciente realmente de lo que ha logrado hasta que no pasa el tiempo. Para mí, tanto Abascal como González eran mis ídolos en España, y podía ir de concentración con ellos, entrenar con ellos, y mantener una cierta amistad.
– ¿Cómo se definiría como atleta?
Era un corredor potente. Para el 800 no tenía una base aeróbica muy alta, de hecho corrí solo una vez un 1500, era más bien un corredor de 400 y 800. Además, siempre he leído muy bien las carreras. Miraba a los rivales e intentaba seguir mi estrategia. En el 800 no puedes salir a la pista a ver qué es lo que pasa, es importante tener una estrategia. Te podrán ganar o no, pero hay que llevarla a muerte. Si esperas a ver qué hacen los rivales en un tiempo tan corto como es un 800, que se mueve todo en segundos, lo más normal es que al final tengas problemas. Creo que he trabajado muy bien la estrategia en las carreras y luego era un corredor muy potente. Mi prueba ideal hubiera sido el 600 porque mezclaba un poco las dos cosas.
– ¿Cómo fue ser atleta en aquella época? ¿Hay más oportunidades ahora?
Son diferentes épocas. Nosotros llevábamos una vida privilegiada, hacías lo que te gustaba y dentro de las posibilidades tenías un sueldo para vivir de ello. Nunca eché en falta otras cosas porque me estaba dedicando a lo que quería. He sido un privilegiado, he tenido la fortuna de ver prácticamente todo el mundo. Siempre he dicho que si volviese a nacer seguramente sería atleta otra vez. Es algo que me apasiona, amo mi deporte. Hoy en día el problema es que económicamente el atletismo no está tan valorado como otros deportes y cuesta mucho dedicarte a ser deportista de élite. Nosotros tuvimos la suerte de que en Barcelona 92 se creó el programa ADO y nos apoyó, nos dio las herramientas que necesitábamos para llegar.
– ¿Sigue desde la distancia a los atletas cántabros? ¿Cómo ve a los mediofondistas de la región?
La verdad es que el atletismo cántabro lo sigo poco, desde la distancia. Hoy en día tenemos más instalaciones de las que había en mi época pero no hay tanta cantera como antes, hay muchos deportes que se comen al atletismo. El atletismo requiere entrenar mucho y necesitas invertir mucho tiempo, tanto de entrenamiento como de descanso, y es muy complicado decirle a un joven que se dedique a esto en cuerpo y alma para que en un futuro como mucho le paguen los estudios. Nosotros cuando competíamos en un cross éramos muchos en todas las categorías y hoy en día es complicado que se dé eso. Es muy difícil sacar buenos atletas.
– Actualmente sigue ostentando los récords de Cantabria de 800 metros absoluto, sub 23 y sub 20, tanto al aire libre como en pista cubierta, además del récord sub 18 al aire libre, con marcas que se han convertido en imbatibles después de más de 30 años.
Empecé en pista haciendo ya los récords de 600 y 400 -categorías menores-. Mi trayectoria siempre fue allí en Santander. Lo mismo que Abascal era mi referente ojalá lo sea para muchos y vean que desde Cantabria también se puede llegar a cualquier sitio, que no hay que estar en Madrid. Un cántabro también puede llegar a hacerlo y creo que lo importante es soñarlo. “Si en aquella época tanto Abascal como Tomás llegaron a hacerlo, también puedo hacerlo yo”, eso es lo que tienen que pensar los jóvenes atletas de la región. Ojalá sirva de estímulo para los mediofondistas cántabros.
– Sigue vinculado al atletismo con dos escuelas en Sevilla, ¿qué consejos les da Tomás de Teresa atleta a las nuevas generaciones?
Llevo entrenamientos de todo tipo de deportistas, también de futbolistas, y tenemos dos escuelas de atletismo. Lo que intento transmitir a los pequeños que llevo es que vean el atletismo como algo positivo, que se sientan a gusto, que se diviertan, que se rían y que se ilusionen por el deporte. Hacerles ver que el atletismo es el deporte rey y una vía de crecimiento, de valores, de compañerismo, de amistad, de esfuerzo, de sacrificio. Si no se divierten es muy difícil que alguien quiera continuar en un deporte.
Biografia RFEA – Tomás de Teresa
Biografía ‘Familia Olímpica de Cantabria’
Vídeo – Juegos Olímpicos (Seul 1988) Eliminatorias
Vídeo – Campeonato de Europa en Pista Cubierta (Glasgow 1990) Medalla de Plata
Vídeo – Campeonato del Mundo en Pista Cubierta (Sevilla 1991) Medalla de Plata
Vídeo – Campeonato del Mundo al Aire Libre (Tokio 1991) 8º Puesto
Vídeo – Juegos Olímpicos (Barcelona 1992) Eliminatorias
Vídeo – Campeonato de Europa al Aire Libre (Helsinki 1994) Medalla de Bronce
Vídeo – Campeonato de España al Aire Libre (Madrid 1995) Medalla de Oro